Tres poemas de Leonor García Hernando


Leonor García Hernando



                               la taza debe parecer excesivamente
blanca en contraste con la boca pintada -No deberíamos
acercarnos a objetos tan nítidos
                               envuelta la garganta por un extenso
pañuelo de gasa, todo rostro es más plácido y se esfuma
como una lancha en esa agua extrema donde el cielo deja
de fluir


                            no deberíamos acercarnos a objetos tan
nítidos
una taza            un sobre en el que la lengua impone un
poder; las uñas esmaltadas de rojo y tres desnudas
cebollas en el mármol

                            no deberíamos acercarnos a esa brus-
quedad del objeto que satura como un golpe
                           no deberíamos ser honestos en el terror.
Mejor palidecer como esa línea de álamos en la tormenta,
Mejor estar callada mientras la fiebre una las sienes con
grasa de ciervo
mejor esperar a que las hojas del nogal apacigúen el sende-
ro de piedras  rojas. Parques con una pálida herida de
mármol pierden su agua rara, lastimosa         hundimientos
en la frondosa oscuridad.

no deberíamos acercarnos a objetos tan
nítidos.
Zonas que no conocen piedad.





                caricia de tu mano breve
el placer, el desdén, el vínculo perverso que retiene a los
desdichados en la pecera del abrazo
breve
el clima de la fiesta se pierde como aguas de riego entre las
franjas del balcón.
La fiesta se apagaba
era el vientre de un insecto luminoso que se sostuvo un
instante en el aire que encierran las manos de un niño



Leonor jugando con sus hermanos



           y ella dijo:_sueño y desorden. La noche
me da esos frutos porosos.

No me quejo del azar.

No me quejo del llanto de los animales atados,
ni del hambre de la noche que come los objetos y los hace
carne de su oscuridad.

           y ella dijo:_se supone que hay algo
pesado en mi corazón.

Mis piernas son blancas, sin solear y de una pereza que es
la turbia apariencia de la sangre.

         Se me supone iluminada de frialdad y de astucia;
en el desorden pero estéril,
acabada por un aprendiz que hizo lo que pudo.


(del libro de poemas Tangos del Orfelinato/ Tangos del asesinato)








Leonor García Hernando nació en Tucumán, Argentina, en 1955. Formó parte del taller literario "Mario Jorge de Lellis" y del consejo de redacción de la revista Mascaró.
Publicó los libros de poesía "Mudanzas" (1974), "Negras ropas de mujer" (1987), "La enagua cuelga de un clavo en la pared" (1994), "Tangos del orfelinato/Tangos del asesinato" (1999) y "El cansancio de los materiales" en el 2001, del que llegó a ver los primeros ejemplares dos semanas antes de morir, el 30 de marzo del 2001.