Nadie nos dice- Blanca Varela






Nadie nos dice


Nadie nos dice cómo
voltear la cara contra la pared
y
morirnos sencillamente
así como lo hicieron el gato
o el perro de la casa
o el elefante
que caminó en pos de su agonía
como quien va
a una impostergable ceremonia
batiendo orejas
al compás
del cadencioso resuello
de su trompa
sólo en el reino animal
hay ejemplares de tal
comportamiento
cambiar el paso
acercarse
y oler lo ya vivido
y dar la vuelta
sencillamente
dar la vuelta


Blanca junto a una locomotora




Del orden de las cosas
(gentileza de Javier Gil Martín)

Hasta la desesperación requiere un cierto orden. Si pongo un número contra un muro y lo ametrallo soy un individuo responsable. Le he quitado un elemento peligroso a la realidad. No me queda entonces sino asumir lo que queda: el mundo con un número menos.

El orden en materia de creación no es diferente. Hay diversas posturas para encarar este problema, pero todas a la larga se equivalen. Me acuesto en una cama o en el campo, al aire libre. Miro hacia arriba y ya está la máquina funcionando. Un gran ideal o una pequeña intuición van pendiente abajo. Su única misión es conseguir llenar el cielo natural o el falso.

Primero se verán manchas y, con suerte, uno que otro destello; presentimiento de luz, para llamarlo con mayor propiedad. El color es ya asunto de perseverancia y de conocimiento del oficio.

Poner en marcha una nebulosa no es difícil, lo hace hasta un niño. El problema está en que no se escape, en que entre nuevamente en el campo al primer pitazo.

Hay quienes logran en un momento dado ponerlo todo allí arriba o aquí abajo, pero ¿pueden conservarlo allí? Ése es el problema.

Hay que saber perder con orden. Ése es el primer paso. El abc. Se habrá logrado una postura sólida. Piernas arriba o piernas abajo, lo importante, repito, es que sea sólida, permanente.

Volviendo a la desesperación: una desesperación auténtica no se consigue de la noche a la mañana. Hay quienes necesitan toda una vida para obtenerla. No hablemos de esa pequeña desesperación que se enciende y apaga como una luciérnaga. Basta una luz más fuerte, un ruido, un golpe de viento, para que retroceda y se desvanezca.

Y ya con eso hemos avanzado algo. Hemos aprendido a perder conservando una postura sólida y creemos en la eficacia de una desesperación permanente.

Recomencemos: estamos acostados bocarriba (en realidad la posición perfecta para crear es la de un ahogado semienterrado en la arena). Llamemos cielo a la nada, esa nada que ya hemos conseguido situar. Pongamos allí la primera mancha. Contemplémosla fijamente. Un pestañeo puede ser fatal. Éste es un acto intencional y directo, no cabe la duda. Si logramos hacer girar la mancha convirtiéndola en un punto móvil el contacto estará hecho. Repetimos: desesperación, asunción del fracaso y fe. Este último elemento es nuevo y definitivo.

Llaman a la puerta. No importa. No perdamos las esperanzas. Es cierto que se borró el primer grumo, se apagó la luz de arriba. Pero se debe contestar, desesperadamente, conservando la posición correcta (bocarriba, etc.) y llenos de fe: ¿quién es?

Con seguridad el intruso se habrá marchado sin esperar nuestra voz. Así es siempre. No nos queda sino volver a empezar en el orden señalado.


De Luz de día (1963)

Tríptico de la verdad: una plaquette de Antonio Méndez Rubio


Una preciosa plaquette que reúne tres poemas de Antonio Méndez Rubio y que pude acompañar con algunas trazas.

He visto unas cigüeñas
quedarse, flotar
sin saber cómo.

Llegan.


Témpera y lápiz, Laura Giordani, 2010.


TRÍPTICO DE LA VERDAD

Antonio Méndez Rubio


I

Dentro de esa inocencia
hay una parte de secreto
que habla por ti y por mí, que
calla
sin encontrar un lugar
fuera de las palabras. Dentro
nadie va a despertar
después de
lo que nos separó.
Cuando no iba a ser tarde.
Luego nunca amanecía.
Los ojos miraban
el cielo sin nubes.




II

Por debajo del cielo,
volando.
He visto unas cigüeñas
quedarse, flotar
sin saber cómo.

Llegan.

El mundo es inseguro.
Es demasiado pronto.




III

¿De verdad que no te acordabas
de lo difícil que parecía escribir
con todas las letras,
hacer
como si en un hechizo se juntaran
unas palabras con otras
y, con los ojos más fuera que
dentro del mundo,
con la mano no apartada,
no sola,
saliendo ojalá indemne
de toda mi soledad?



Antonio Méndez Rubio (1967) es poeta y ensayista


Poesía

Llegada a Dublín, Valencia, Universidad de Valencia, 1988.
Fugitivo tesoro, Murcia, Carabelas, 1993.
El fin del mundo, Madrid, Hiperión, 1995.
Un lugar que no existe, Barcelona, Icaria, 1998.
Trasluz, Madrid, Calambur, 2002.
Por más señas, Barcelona, DVD, 2005.
Historia del daño (Selección poética 1986-2005), Valencia, Germanía, 2006.
Para no ver el fondo, Ediciones Idea, col. Atlántica, Tenerife, 2007
Razón de más, Tarragona, Igitur, 2008.
¿Ni en el cielo? (Valencia, Editorial Azotes Caligráficos, 2008. Edición manuscrita con dibujos de Javier Fernández de Molina).
Extra, Madrid, Biblioteca Nueva, 2010.
Cuerpo a Cuerpo, Tegueste, Tenerife, Baile del Sol, 2010.


Otros géneros

Encrucijadas: Elementos de crítica de la cultura, Madrid, Cátedra, 1997.
Poesía y utopía, Valencia, Episteme, 1999.
La apuesta invisible: Cultura, globalización y crítica social, Barcelona, Montesinos, 2003.
Perspectivas sobre comunicación y sociedad, Valencia, Universitat de València, 2004.
Poesía 68, Madrid, Biblioteca Nueva, 2004. (entrevistas)
Poesía sin mundo: Escritos sobre poética y sociedad 1993-2003, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2004.