Centro Permanente de Poesía Crítica - Nueva temporada de recitales


Poesía que no cede a la hipnosis


Forrestbed de Parkeharrison

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Librería Asociativa Traficantes de Sueños
Embajadores 35, Local 6
Lavapiés
28012 Madrid

http://www.traficantes.net/

(XIV): Sábado 16 de Octubre de 201019:00 hs.
Lectura poética y presentación de libros

Esther Ramón
Arturo Borra
Laura Giordani
Víktor Gómez






cuerpo

con azadas
la abrimos
y manaron
panes duros
de colores
vivos como
las mantas
que cubren
los rostros
de los muertos
y al morderlos
se borraron
los dientes
y vino el hambre
de lamer piedras
y un antiguo
peso
a impregnar
de arcilla
los cerezos

-

Esther Ramón- Grisú (Ed. Trea, 2010)





Casi todo

Más tarde supe: sobra
casi todo.

Esta escritura sobrante
sobrevive como una especie
que agoniza. No sé qué lenguaje apagado
invoca. En una grieta
me asomo hasta las últimas luces
y nada veo.

Sólo el desierto es consistente.

-

Arturo Borra- Umbrales del naufragio (Ed. Baile del Sol, 2010)






El tizne en las mejillas,
el perfume a muerte temprana,
la noche cubriendo la orografía
cárdena de tu cuerpo
con todos los relieves del maltrato,
tu sombra menuda repartiéndose,
haciéndote
cada vez más inconsistente
en el asfalto y las nubes
a contramano, duelen.

El zócalo de almohada,
la bolsita de pegamento,
su nana mortal contra la boca.

Te van endureciendo las esquinas:
sus ángulos cada vez más agudos
decapitan candores, desdicen
las mieles y vas cayendo sin cese
sobre las crestas frías del alba.

Duele la indiferencia:
esa extensión de sien a sien
donde se evapora el llanto tan rápido. -

-

Laura Giordani - Materia oscura (Ed. Baile del Sol, 2010)





Para que no

lo vieran

----------tuvo que
andar ----------a favor
de los vientos.

Como una daga ------------------(por el cuello)
que hacia adentro se entrega fácil

como un insípido veneno ---------(por la boca)
que transparente se disuelve

sin saber supo ser -------------aire
y así nos ganó para la muerte —sin matarnos
todavía— -----------(como un virus)

---------Así es la mentira.


Víktor Gómez - Huérfanos aún (Ed. Baile del Sol, 2010)

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* sobre los autores:

Esther Ramón:
y 2
sobre Grisú

Arturo Borra
y 2
Sobre Umbrales del naufragio

Laura Giordani
y 2
sobre Materia oscura

Víktor Gómez
y 2
Sobre Incompleto (Ed. 4 de agosto)


Poemas de Marcelo Dughetti: Los caballos de Isabel y El monte de los árboles sogueros


“…con extraña serenidad
sepulto a sus caballos
que ahora yacen aquí
como en el seno
de una dulce costumbre”
Joaquín Gianuzzi

T

Te contaré en las puertas de tu sueño
la historia del mal, cierra los ojos.
Sobre cristales azules una niña camina dormida.
Trepa la joroba de la tarde,
un cerdo le devora los dedos, la niña no llora.
Hay mirra, incienso, miel
ofrendas de pederastas arrepentidos.
Hay poetas que arrastran un campanario entero.
Hay escarabajos brotando de los ojos de su madre.
Hay esqueletos de gatos donde las hormigas levantan un
templo.
Hay un buey que muge desconsolado.
Hay niños que muerden al buey.
Hay un ángel soldado, con una espada roja sobre el pesebre
y en la noche de diciembre
un coro de abuelos
cantando villancicos
en cajitas.

-

E-
[A Viel Temperley]

El poeta se hunde en el sonido del agua
Ya no escucha la cantinela de otros nadadores y sus
preparadores físicos
Se hunde dormido como espera que lo asalte la muerte
Busca tocar el fondo
de un sueño que comenzó en la infancia.



L


Los cuadernos que supiste leer
para las fechas especiales.
Las llaves del infierno junto a las botas.
La ventana abierta.
El armario atorado de cadáveres.
El tiempo y su limosna amarilla
mendigos de la memoria
el rostro de la niña,
el ídolo sobre la repisa
los cuatro miedos arrodillados
en plegaria.

-



E

-

El ídolo abrió sus sellos redentores.
Por fin tus plegarias han resuelto que vuelva.
Escuchas acaso la insistencia de los llamadores.
Despierta mujer, descorre el velo
hay que barrer las cenizas,
despejar las sábanas de los muebles,
un mesa nueva, que no sienta que hemos sufrido
en la puerta una noche larga
nos está llamando.



F

Fumo, escucho los troncos que abraza el fuego
como en la prehistoria de la humanidad
los caballos pueblan la pared de la escalera.
¿Qué de todos aquellos hombres ha venido a buscarme?
El aire de la estufa agita los caballos y sus llanuras,
Isabel duerme a tu lado en la cama grande, tiene fiebre.
De la calle los sonidos del tren, risas, sirenas, disparos
pero es otro tiempo, un cangrejo inalterable.
El pájaro despierta posado en el respaldar.
Isabel dibuja en su delirio animales que no veo.
Le besás la mano y la nombrás como a un fantasma.




FAULKNER DEJA DE ESCRIBIR

con mi hija
construimos un barco para escapar
al centro de la tierra

todos los domingos le agregamos detalles
mi madre
encerrada en su urna de hueso
suele desearnos suerte
nos prepara un té de odio
y lo sirve envuelta en su capullo.

cuando llega la noche
y el lunes muerde con su pan de furia,
miramos con ternura el barco fantástico
la cruz de palo santo
el osito rojo en la cabecera
la dulce mortaja
que cubrirá el futuro.



S/T
que nadie camine
por el monte de los árboles sogueros.

l

os hombres
se ponen negros y se hinchan.

las moscas
abrigan los ojos de los desesperados.

el viento
los respeta, apenas los inclina

yo paseo con mis cinco metros de soga al hombro
desde aquella orilla tiende sus brazos
mi hija.

En este enlace de la revista Lamás Médula se pueden escuchar en la voz de Marcelo algunos poemas:
http://www.revistalamasmedula.com.ar/nro2/cordoba_vm.htm


Decir la muerte, testimoniar su presencia indeleble en el flujo mismo de la vida: ésa parece ser la constante obsesión a la que se pliega, con insistencia lúcida, la poesía de Marcelo Luis Dughetti. Para testimoniarla, para decir su fuerza interruptora, para hacerle a sus espectros un lugar en el lenguaje, Dughetti pone a circular por sus poemas una simbología que varía conforme sus diferentes libros. En Donde cayó esta muerta es un pozo; en El monte de los árboles sogueros, un bosque donde se ahorcan los habitantes de una comunidad; en Los caballos de Isabel, un pájaro y unos caballos que la imaginación de una niña alumbra para exorcizar los demonios que se han apoderado del ámbito familiar.

En Los caballos de Isabel el significante “caballos” fluctúa y muta de sentido según el contexto. En los versos de Giannuzzi que hacen las veces de epígrafe, de introito al poemario en su conjunto, el término “caballos” quizás haga referencia a la rabia, al ímpetu o a la pasión; la costumbre los recoge en su seno, los dulcifica y apacigua. En la segunda parte de la dedicatoria (“A Brunella Dughetti por estos caballos”), parecen equivaler a los poemas que integran el libro: cada uno de ellos un potro domado, un resto de deseo que la escritura contuvo en su desboque y transformó en poesía. En el sexto poema del volumen (versos número siete y ocho) leo: “Yo sueño con un mar de caballos en llanuras azules / yo sueño con las llanuras y los caballos de dios / rabiosos y angélicos”; producto de la actividad onírica, son un atributo divino y ambivalente, ríspido maridaje de furia y candor. Más adelante, en el décimo octavo poema, leo: “Isabel despierta de la siesta / entra con cinco caballos en las manos”; son caballitos-cíclope que la niña ha dibujado en un cuaderno y que luego corona con papel de cigarrillo. En el poema siguiente, los caballos equivalen a las formas móviles que las llamas proyectan sobre la pared de una escalera.

En Los caballos de Isabel, la poesía no sólo transfigura el ámbito de lo cotidiano sino que recobra su carácter de donación: es lo que se recibe de otro (en este caso, un legado inverso que va de hija a padre) y es lo que se da a otro (lo que el yo se quita de encima, como una carga insoportable). Los caballos que el padre sueña son los que la hija dibuja y después entrega a la voracidad del fuego purificador, y son los que el padre salva de la catástrofe y, ardidos, deformes, cede al abrazo hospitalario de la amistad. Como en “Faulkner deja de escribir”, un poema de El monte de los árboles sogueros, padre e hija comparten la construcción de este libro, un barco-poema para huir de la atracción devastadora de la muerte.

La de Dughetti es una poética del intercambio, el traspaso y la donación; una escritura que descree de la fijación de ideas y apuesta a la fluidez de las palabras, para trazar vasos comunicantes entre lo cotidiano y lo siniestro y poner al desnudo la íntima conexión que existe entre ambos planos de la realidad. Esta poesía fabrica un mundo donde lo familiar y lo ominoso confluyen y se fusionan
La poética de Dughetti se sostiene en un curioso oxímoron, que no es un elemento retórico sino la furtiva arquitectura de una cosmovisión. En su afán reiterativo por nombrar la muerte, hace de la poesía un testimonio vital. Como el cadáver vallejiano, sus poemas están llenos de mundos, de imágenes explosivas y deslumbrantes, de desbordes rítmicos y dislocaciones semánticas, que sacuden, interrogan y amplían nuestra percepción y entendimiento. Así, nos obligan a gozar, como lectores, del lenguaje y sus vértigos, hendiduras y pasajes a través de los cuales asoman, en las palabras, los pliegues múltiples que conforman lo real. Es decir: nos llevan a tomar nota de los terrores y maravillas que, secretamente, colindan con nuestra existencia y la tornan tan indispensable como incierta.

José Di Marco

Diciembre de 2008



Marcelo Luis Dughetti nació en Villa María (Argentina) en 1970. Es maestro de enseñanza primaria y Técnico Superior en Comunicación Social (Todo lo cual no lo hace más feliz).

Ha publicado cuatro libros de poesía : La joroba de Bronce (2003), Donde cayó esta muerta (Premio Provincial de Letras-2003) El monte de los árboles sogueros (2007) Los caballos de Isabel (2009)y en narrativa perteneciente a la colección Proyecto para un diluvio, el libro La bicicleta roja (2007).

Recientemente ha compilado, para la Universidad Nacional de Villa Maria, una
antología de escritores del sur cordobés. Fue fundador de las revistas literarias La araña de Carbón y Arena.

Sus trabajos han sido comentados en diferentes medios gráficos como Pagina 12, Revista Inrockuptibles, Diario de Poesía, Diario La Capital, Diario El ciudadano y Revista Alguien Llama, entre otras.
Actualmente se encuentra en trabajo de edición su libro Hospital (poesía)