Anna Ajmátova: el canto y la ceniza




Anna Ajmatova


Poeta rusa nacida en Odessa el 23 de junio de 1889.
Hija de una noble familia de origen tártaro, estudió latín, historia y literatura en Kiev y en San Petersburgo.
Se casó con Nikolái Gumiliov en 1910, el más sobresaliente escritor del grupo acmeista, con quien viajó por Italia y Francia. Lectora incansable, leía en sus lenguas originales a Baudelaire, Dante, Horacio y Shakespeare.
Durante muchos años fue silenciada por el régimen soviético. Sus poemas se prohibieron, fue acusada de traición y deportada. A su regreso a Leningrado, en 1944produjo su obra más importante, "Requiem", publicada apenas en 1963. Falleció en Moscú en 1966-

fuente:
A media voz.



Anna Ajmátova, dibujada por su amigo y amante el pintor italiano Modigliani en 1911.



En Diciembre de 1938, su poeta amigo Ossip Mandelstam muere en un campo de prisioneros de Siberia un día en que la temperatura de aquel desierto blanco no subía de los 25 grados bajo cero. Había permanecido varios años en el gulag de Vladivostok, durmiendo en una barraca de madera a través de cuyas rendijas entraba el frío y se congelaban hasta las lágrimas.

En ese mismo año 1938, en Leningrado, Anna Ajmátova se dirigía a la prisión de Las Cruces con sus ropas raídas, su dignidad y su dolor. Desde los veinte años, el hijo de la poeta, a menudo estigmatizada por la Unión de Escritores, y de tanto en tanto rehabilitada, había estado en la diana del terror estalinista. El primer arresto de Lev tuvo lugar en 1933, acusado de terrorismo


“Nos levantábamos como para la misa del alba,/cruzábamos la ciudad embrutecida/ y, más muertas que vivas, nos encontrábamos allí”.
En la dedicatoria de su desgarrador poema “Réquiem”, Ajmátova rinde homenaje a todas aquellas madres y esposas con quienes coincidía a las puertas de la cárcel de Leningrado. En un breve prólogo al poema, Ajmátova recuerda que una de aquellas mujeres le preguntó entre susurros: “¿Y usted puede dar cuenta de esto?” La respuesta fue rotunda: “Puedo”. Durante casi dos años, Ajmátova salía de su lúgubre cuarto en la casa de Nikolái Punin y acudía a la prisión para saber si su hijo seguía vivo.

La poeta que escribió que tendría que “matar la memoria” y “volver de piedra el corazón”



Algunos fragmentos de Réquiem (1935-1940)

No, no estaba bajo un cielo extraño,
ni bajo la protección de extrañas alas,
estaba entonces con mi pueblo
allí donde mi pueblo, por desgracia, estaba.

1961


Prólogo

Eso sucedió cuando sólo sonreía
el muerto, contento de su paz
y como un apéndice inútil, Leningrado
pendía de sus cárceles.
Cuando, locos de dolor,
caminaban en tropel los condenados,
y los silbidos de las locomotoras
cantaban cortas canciones de despedida.
Las estrellas de la muerte se erguían sobre nosotros
y la inocente Rusia se retorcía
bajo unas botas manchadas de sangre
y bajo las ruedas de los negros furgones .



1

Te llevaron al alba,
y fui tras ti como en un entierro.
En el ático oscuro lloraban los niños,
y ante la imagen sagrada se derretía la vela.
En tus labios estaba el frío del icono
y un sudor mortal en tus cejas...¡No lo olvidaré!
Como las viudas de los Streltsy
aullaré bajo las torres del Kremlin.

1935


3

No, no soy yo, sino otra quien sufre.
NO podría soportarlo. Que un velo
negro cubra lo sucedido,
y que se lleven las linternas...
Noche.


5

Diecisiete meses hace que grito.
te llamo a casa,
me arrojé a los pies del verdugo,
hijo mío, horror mío.
todo se ha enturbiado para siempre
y no puedo distinguir
ahora quién es el animal, quién la persona,
cuánto tiempo queda para la ejecución.
Y sólo hay flores cubiertas de polvo
y el tintineo del incienso, y huellas
desde algún lugar a ninguna parte.
Y me mira fijamente a los ojos
y me amenaza con una muerte cercana
una inmensa estrella .

1939



6

Pasan pronto las semanas.
Lo que sucedió, no lo comprendo.
Cómo a ti, hijo, te contemplaron
las noches blancas en la cárcel.
Y cómo de nuevo te contemplan
con su ardiente ojo de gavilán.
Y de tu alta cruz,
y de tu muerte, hablan.

1939


La sentencia

Y cayó la palabra de piedra
sobre mi pecho todavía vivo.
No importa. Estaba preparada.
De alguna manera me las apañaré.

Hoy tengo que hacer muchas cosas:
hay que matar la memoria,
hay que petrificar el alma,
hay que aprender de nuevo a vivir.





El Canto y la Ceniza- Anna Ajmàtova y Marina Tsvietáieva
A través de este enlace del Círculo de Bellas Artes de Madrid, se puede escuchar la conferencia dada por Olvido García Valdés a propósito de la traducción de ambas poetas rusas al castellano para el libro El Canto y la ceniza de Galaxia Gutemberg. Los primeros minutos de la conferencia están dedicados a la exposición de los pormenores, inquietudes y retos, en torno al trabajo de traducción y luego, lectura de poemas de Marina Tsvietáieva y del Réquiem de Anna Ajmátova. Vale la pena.


http://www.circulobellasartes.com/mt_visor.php?id=257&keyword=olvido+garcia+valdes




La voz de la poeta recitando La Musa.

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La blanca elección de Emily Dickinson



A finales de 1861, con treinta y un años, Emily comienza a vestir de riguroso blanco y a confinarse en la habitación de su casa de Amherst, Massachusetts. La poeta lo llama “la blanca elección” (the white election) que cumplió a rajatabla hasta su muerte, casi veinticinco años después. Además de la negativa tajante a publicar sus poemas.
En los últimos quince años de su vida, nadie en Amherst volvió a verla, excepto algún caminante que pudiera ver su figura vestida de blanco paseando por el jardín de los Dickinson.

"He tenido un extraño invierno: no me sentía bien, y ya sabes que marzo me aturde" (carta a Louise Norcross).

En otra nota de disculpa por no haber concurrido a una cena a la que estaba invitada, dice: "Las noches se hicieron calientes y tuve que cerrar las ventanas para que no entrara el cuco. Tuve también que cerrar la puerta de calle para que no se abriera sola en la madrugada y tuve que dejar prendida la luz de gas para ver el peligro y poderlo distinguir. Tenía el cerebro confundido —aún no he podido ordenarlo— y la vieja espina aún me lastima el corazón; fue por eso por lo que no pude ir a visitarte".

Durante los tres últimos años de su vida no salió siquiera de su habitación, ni siquiera para recibir a su querido Samuel Bowles. El anciano se paraba en la entrada y la llamaba a gritos por la escalera, diciéndole alguna palabra cariñosa. Nunca tuvo éxito en su intento de verla o de cambiar una palabra con ella.

Cuando la primera esposa del escritor Thomas Higginson murió, la poeta le envió esta frase: "La soledad es nueva para usted, Maestro: permítame conducirlo".





para Emily Dickinson

Del otro lado de la noche
la espera su nombre,
su subrepticio anhelo de vivir,
¡del otro lado de la noche!
Algo llora en el aire,
los sonidos diseñan el alba.
Ella piensa en la eternidad.

Alejandra Pizarnik
De ”La última inocencia”, 1956.

Poema 657

Vivo en posibilidades-
morada más hermosa que la palabra-
en ventanas más numerosa-
óptima- en puertas-
en reductos como los cedros-
inexpugnables al ojo-
para un techo imperecedero-
los tejados del cielo-

visitas-las más preciosas-
ocupación- ésta-
extender bien abiertas mis angostas manos
para juntar el paraíso-
--
c. 1862
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vestido de Emily
Poema 1434

No te acerques demasiado a una casa de Rosa-
la depredación de la brisa
o inundación de rocío
alarman sus muros afuera-

ni trates de atar una mariposa,
ni trepes las barras del éxtasis.
en la inseguridad de la mentira
asegura el júbilo su calidad.

c. 1878



Poema 1451

Cualquiera que desencante
a un solo ser humano
por traición o por irreverencia
es culpable de todo.
Inocente como un pájaro
gráfico como una estrella
hasta una sugestión siniestra
que las cosas no son lo que son-

c. 1878
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habitación de Emily Dickinson

Poema 280

Sentí un funeral en mi cerebro,
los deudos iban y venían
arrastrándose -arrastrándose -hasta que pareció
que el sentido se quebraba totalmente -
--
y cuando todos estuvieron sentados,
una liturgia, como un tambor -
comenzó a batir -a batir -hasta que pensé
que mi mente se volvía muda -
--
y luego los oí levantar el cajón
y crujió a través de mi alma
con los mismos botines de plomo, de nuevo,
el espacio -comenzó a repicar,
--
como si todos los cielos fueran campanas
y existir, sólo una oreja,
y yo, y el silencio, alguna extraña raza
naufragada, solitaria, aquí -
--
y luego un vacío en la razón, se quebró,
caí, y caí -
y di con un mundo, en cada zambullida,
y terminé sabiendo -entonces -
c. 1861

Traducción de la poeta argentina Silvina Ocampo.

A caballo -una monografía de José Viñals

José Viñals
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En Noviembre del 2007 la revista literaria Lunas Rojas dedicaba su número 15 al poeta José Viñals. Un monográfico excelente coordinado por Benito del Pliego y Andrés Fisher que cuenta con apuntes interesantes sobre la poética de Viñals y una antología final. Para leer el monográfico completo:

http://lunrojas.googlepages.com/L_Rn15dist.pdf

Comparto aquí algunos poemas de ese poemario increíble así como olvidado: Entrevista con el pájaro y otros poemas de El tunel de las metáforas. Además la reseña que para el monográfico escribe Antonio Méndez Rubio: Todos los pájaros caídos.






Él degüella…

Él degüella los ojos del potrillito nuevo de la tarde. Su gran cuchillo
de matarife vendimia la uva rubia, temprana y agria en los
racimos estelares.

Con mano oscura pliega el heliotropo de su turbia sombrilla y, con
un peso de tropel de elefantes, la quilla ahumada embiste el
cadáver flotante de la gaviota más blanda que un pañuelo.

Cae el ave fosfórica atravesada por la espadaña de los astros y
muge como un toro recién castrado en los vapores de la orina
y el lodazal amarillento de las voces bestiales acorraladas por
el sueño.

Mi cabeza, pervertida por los deseos, se humilla sin escándalo y
mi lengua, prolija como una alfombra de palacio, viene a servir
de estercolero celebratorio, de crónica asquerosa para el pájaro-
rey defenestrado de su imperial, futuro y dulce sino sobre las
frentes de diamante, cuando el día en penumbras, lleno de edades
y de ruinas, se coma lentamente su mano de langosta.
--

(de Entrevista con el pájaro)



Hay ramas de durazno en la neblina. Aunque resulta extraño, sólo el poeta
es invisible como poeta.
A. Méndez Rubio


Duraznero en flor
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Melocotón,
también llamado
durazno.
Albaricoque,
también llamado
damasco.
También llamada
agonía.

-
Lentas las piedras
y más lentos los pájaros.
Comienza el mundo
a detenerse.
-
-
-
El sencillo
argumento
de la vida:
libando
ha muerto
el colibrí.
-
-
Son estorbo
las vísceras.
Es estorbo
la orina.
Y la sangre.
Y el alma.
-
-
-
Yo también vi
los cuervos.
No en el trigal,
en el absurdo.
-
-
-
Voy a partir.
Hazme sitio,
caballo,
en tu grupa excelente.
-
-
-
Para cruzar la noche,
el gallo inventa magias.
No puede con su insomnio:
ha visto ya la luz.

(de El túnel de las metáforas)
Todos los pájaros caídos
Antonio Méndez Rubio

Una pregunta pendiente, para José Viñals, que podría ser la primera y también ser la última, pero que en todo caso habría que hacer, sería: ¿Eran canciones, eran canciones lo que rezabas en esa sombra? Por nuestra parte, hay también que decirlo cuanto antes, no sabíamos nada de nada —salvo, quizás, que estábamos cautivos en la rabia por los otros, oprimidos por las miserias de una belleza infranqueable. Pero en esa ignorancia ya estábamos contigo, como ahora. Por eso si seguimos es haciendo preguntas: nos ayudan a reunirnos contigo. Nos puede una sensación de vergüenza.

¿Cómo empezó la costumbre de velar? No es seguro, pero la vimos en tus harapos: la salud de las grietas, el centro más vacío de todos, los letreros de entrada y salida a cada lado de las puertas, nada menos que un cuerpo con hambre entre víveres y con sed en el agua… y aunque hoy fuera tarde volveríamos contigo adonde tú prefieras, no tras de ti, contigo. A fin de cuentas, tú eres quien se aprendió de memoria el desenlace de los asesinos hasta besar los labios que no existen, y llevas ya sin fiebre, en los pliegues del cuello, la señal del amor por todo lo que perdimos.

Pero eso sí, y aunque sea en la garganta, la herencia que nos dejas por escrito, ¿quién la quiere? ¿la hemos oído en verdad casi cumplirse? Apenas si hay registro del gozo de esa noche. Se la podría pensar bajo la forma de una apertura a la vez en el suelo y en el cielo, no lejos del modo insomne con que soñaron Carroll, Lautréamont o Kafka… "Un agujero, eso." Alguien escucharía entonces a José Viñals en el paso de una estación a otra, de una ciudad a otra, ¿verdad? Y ahí colocaríamos sin quererlo el túnel del tiempo que está suspendido de un hilo que arde. Por otra parte, no habría otro sitio libre para poder ponerlo.

Con todo, en esa nocturnidad extendida y común, ¿verdad que es la escritura una forma de insolación? ¿Estás de acuerdo? Ojos afuera, pues, tenías razón: "Nada es visible, ni los exactos límites carnales, ni el sol blanco de invierno, ni
la flor del almendro y su melancolía amortiguada". Y hay además una forma de razón en que esa ceguera sea para ti una versión de la dicha, como quedaba claro en el final de las "Indicaciones": "Después reír, si queda vida". Levantar una choza con los desechos de todas las destrucciones. O una casa de tablas, como elige decir Gonzalo Rojas.

En todo caso, dalo por hecho: se nos sorprendería descalzos, en un alba entregada, a medio camino entre la oscuridad y la conciencia. En la conciencia de la oscuridad, podría también decirse, ¿no es así? Porque la oscuridad tiene conciencia, guarda memoria, pero parece claro a estas alturas que no todos han visto clara la necesidad de asumir ese reto con la certeza del aire que falta. Y menos aún lo ven ni quieren verlo los habitantes de las almenas, los Guardianes Más Propios de la Izquierda —aquellos que cumplen cerca de casi un siglo reproduciendo una noción de compromiso exclusivamente realista, voluntarista, inercial, por no decir autoritaria… Aún tienen corazón de comisario. Se enamoraron de las convenciones, del brillo de esos espejos, y aún se dedican a sepultar con su arrogancia el abandono de Vallejo, la soledad de Holan, la convicción de Larrea: que un poema entra en escena cuando un espejo se rompe. Aún se dedican a echar balones fuera.

Esa ignorancia sí que es atrevida. Tener suerte en la luz es otra cosa. Es la condena a la vulnerabilidad, como así lo atestigua el tapiz de la Madre Póstuma y el Hijo Oscuro. El joven S. Kosovel, que un día los vio caminar solos por la ciudad dormida sobre el frío, lo apuntó en su cuaderno: "he sido expulsado de entre la gente, de las casas, pero sin embargo beso mi cruz".
Desde José Viñals, en fin, la fragilidad es lo que nos convoca a campo abierto, a través de lo que Ashbery llamara la vanguardia invisible: ¿No es cierto, en esos poemas sin culpa, que más que una voz los pronuncia un aliento? ¿No es demasiado poco, para sostener una voz, ese apostar por los desplazamientos mínimos, por el elogio de las miniaturas, por el temblar de la carne aterida, consciente sin límite del efecto-mariposa? Sin voz, de hecho, todos los Obreros de la Canción Alegre, turbios, bajan esta vez de las montañas del mundo para juntarse en torno al apagarse de las luces. Su forja alumbra más allá del hierro. Madrugan. "¿Hay, acaso, maneras más sutiles de morir sin ser visto?" ¿No es irreal la mano que no tiembla? ¿No se confirma entonces el desafío poético y político que sigue oculto en su desaparición?

Es demasiado preguntar, es cierto. Sólo una cosa aún se esperaría: que se nos sorprendiera desbrozando el camino del bosque, preparándolo para un invierno nuevo. Ni con palabras nos bastaría para olvidarnos de eso. Ni mucho menos con la voz. Con aliento en cambio nos compraría cualquier capataz loco, cualquier mercenario venido a menos: es lo que se te adeuda, el final que todavía te debemos. Aliento, de una parte, como en el alentar, la confianza que mueve despacio, que ayudará a respirar, a pasar juntos la jornada de trabajo para llegar con fuerzas a las horas del baile. De otra parte, sin duda, el aliento, revuelto como un soplo, un capricho tan súbito del aire, tan imprevisto y tan sin duración que de él sólo se acuerdan, libres, los pájaros caídos.

Hay ramas de durazno en la neblina. Aunque resulta extraño, sólo el poeta es invisible como poeta.




José Viñals nació en Corralito, Córdoba, Argentina, en 1930. De padres españoles, posee la doble nacionalidad hispano-argentina. Reside en España desde 1979.
Vive en Torredonjimeno, Jaén.
Ha recibido los premios Nacional de Poesía de Villafranca del Bierzo (León, 2000) e Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma (Segovia, 2000).
Ha publicado las siguientes obras de poesía:
Entrevista con el Pájaro (Losada, Buenos Aires, 1968); Cortada para Dios (Losada, Buenos Aires, 1970); Poesías reunidas (Tres tomos. Contiene en versión íntegra, los poemarios Entrevista con el Pájaro, Coartada para Dios, Jaula para Juan, 72 Lecciones de ignorancia, Telón de boca, Doble concierto de laúd y fémur, Alcoholes y otras substancias; (Ayuntamiento de Jaén, 1986); Animales, amores, parajes y blasfemias (7 i mig, Valencia, 1998); El cielo (Ediciones imperdonables, Málaga, 1999); Milagro a milagro (Hiperión, Madrid 2000); Fondo de ojo (Calle del Agua, León, 2000); Transmutaciones (Visor, Madrid, 2000); Animales, amores, parajes y blasfemias seguido de El cielo (Germanía, Valencia, 2000)
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