José Viñals
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En Noviembre del 2007 la revista literaria
Lunas Rojas dedicaba su número 15 al poeta
José Viñals. Un monográfico excelente coordinado por Benito del Pliego y Andrés Fisher que cuenta con apuntes interesantes sobre la poética de Viñals y una antología final. Para leer el monográfico completo:
http://lunrojas.googlepages.com/L_Rn15dist.pdfComparto aquí algunos poemas de ese poemario increíble así como olvidado: Entrevista con el pájaro y otros poemas de El tunel de las metáforas. Además la reseña que para el monográfico escribe Antonio Méndez Rubio: Todos los pájaros caídos.
Él degüella…
Él degüella los ojos del potrillito nuevo de la tarde. Su gran cuchillo
de matarife vendimia la uva rubia, temprana y agria en los
racimos estelares.
Con mano oscura pliega el heliotropo de su turbia sombrilla y, con
un peso de tropel de elefantes, la quilla ahumada embiste el
cadáver flotante de la gaviota más blanda que un pañuelo.
Cae el ave fosfórica atravesada por la espadaña de los astros y
muge como un toro recién castrado en los vapores de la orina
y el lodazal amarillento de las voces bestiales acorraladas por
el sueño.
Mi cabeza, pervertida por los deseos, se humilla sin escándalo y
mi lengua, prolija como una alfombra de palacio, viene a servir
de estercolero celebratorio, de crónica asquerosa para el pájaro-
rey defenestrado de su imperial, futuro y dulce sino sobre las
frentes de diamante, cuando el día en penumbras, lleno de edades
y de ruinas, se coma lentamente su mano de langosta.
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(de Entrevista con el pájaro)
Hay ramas de durazno en la neblina. Aunque resulta extraño, sólo el poeta
es invisible como poeta.
A. Méndez Rubio
Duraznero en flor
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Melocotón,
también llamado
durazno.
Albaricoque,
también llamado
damasco.
También llamada
agonía.
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Lentas las piedras
y más lentos los pájaros.
Comienza el mundo
a detenerse.
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El sencillo
argumento
de la vida:
libando
ha muerto
el colibrí.
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Son estorbo
las vísceras.
Es estorbo
la orina.
Y la sangre.
Y el alma.
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Yo también vi
los cuervos.
No en el trigal,
en el absurdo.
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Voy a partir.
Hazme sitio,
caballo,
en tu grupa excelente.
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Para cruzar la noche,
el gallo inventa magias.
No puede con su insomnio:
ha visto ya la luz.
(de El túnel de las metáforas)
Todos los pájaros caídos
Antonio Méndez Rubio
Una pregunta pendiente, para José Viñals, que podría ser la primera y también ser la última, pero que en todo caso habría que hacer, sería: ¿Eran canciones, eran canciones lo que rezabas en esa sombra? Por nuestra parte, hay también que decirlo cuanto antes, no sabíamos nada de nada —salvo, quizás, que estábamos cautivos en la rabia por los otros, oprimidos por las miserias de una belleza infranqueable. Pero en esa ignorancia ya estábamos contigo, como ahora. Por eso si seguimos es haciendo preguntas: nos ayudan a reunirnos contigo. Nos puede una sensación de vergüenza.
¿Cómo empezó la costumbre de velar? No es seguro, pero la vimos en tus harapos: la salud de las grietas, el centro más vacío de todos, los letreros de entrada y salida a cada lado de las puertas, nada menos que un cuerpo con hambre entre víveres y con sed en el agua… y aunque hoy fuera tarde volveríamos contigo adonde tú prefieras, no tras de ti, contigo. A fin de cuentas, tú eres quien se aprendió de memoria el desenlace de los asesinos hasta besar los labios que no existen, y llevas ya sin fiebre, en los pliegues del cuello, la señal del amor por todo lo que perdimos.
Pero eso sí, y aunque sea en la garganta, la herencia que nos dejas por escrito, ¿quién la quiere? ¿la hemos oído en verdad casi cumplirse? Apenas si hay registro del gozo de esa noche. Se la podría pensar bajo la forma de una apertura a la vez en el suelo y en el cielo, no lejos del modo insomne con que soñaron Carroll, Lautréamont o Kafka… "Un agujero, eso." Alguien escucharía entonces a José Viñals en el paso de una estación a otra, de una ciudad a otra, ¿verdad? Y ahí colocaríamos sin quererlo el túnel del tiempo que está suspendido de un hilo que arde. Por otra parte, no habría otro sitio libre para poder ponerlo.
Con todo, en esa nocturnidad extendida y común, ¿verdad que es la escritura una forma de insolación? ¿Estás de acuerdo? Ojos afuera, pues, tenías razón: "Nada es visible, ni los exactos límites carnales, ni el sol blanco de invierno, ni
la flor del almendro y su melancolía amortiguada". Y hay además una forma de razón en que esa ceguera sea para ti una versión de la dicha, como quedaba claro en el final de las "Indicaciones": "Después reír, si queda vida". Levantar una choza con los desechos de todas las destrucciones. O una casa de tablas, como elige decir Gonzalo Rojas.
En todo caso, dalo por hecho: se nos sorprendería descalzos, en un alba entregada, a medio camino entre la oscuridad y la conciencia. En la conciencia de la oscuridad, podría también decirse, ¿no es así? Porque la oscuridad tiene conciencia, guarda memoria, pero parece claro a estas alturas que no todos han visto clara la necesidad de asumir ese reto con la certeza del aire que falta. Y menos aún lo ven ni quieren verlo los habitantes de las almenas, los Guardianes Más Propios de la Izquierda —aquellos que cumplen cerca de casi un siglo reproduciendo una noción de compromiso exclusivamente realista, voluntarista, inercial, por no decir autoritaria… Aún tienen corazón de comisario. Se enamoraron de las convenciones, del brillo de esos espejos, y aún se dedican a sepultar con su arrogancia el abandono de Vallejo, la soledad de Holan, la convicción de Larrea: que un poema entra en escena cuando un espejo se rompe. Aún se dedican a echar balones fuera.
Esa ignorancia sí que es atrevida. Tener suerte en la luz es otra cosa. Es la condena a la vulnerabilidad, como así lo atestigua el tapiz de la Madre Póstuma y el Hijo Oscuro. El joven S. Kosovel, que un día los vio caminar solos por la ciudad dormida sobre el frío, lo apuntó en su cuaderno: "he sido expulsado de entre la gente, de las casas, pero sin embargo beso mi cruz".
Desde José Viñals, en fin, la fragilidad es lo que nos convoca a campo abierto, a través de lo que Ashbery llamara la vanguardia invisible: ¿No es cierto, en esos poemas sin culpa, que más que una voz los pronuncia un aliento? ¿No es demasiado poco, para sostener una voz, ese apostar por los desplazamientos mínimos, por el elogio de las miniaturas, por el temblar de la carne aterida, consciente sin límite del efecto-mariposa? Sin voz, de hecho, todos los Obreros de la Canción Alegre, turbios, bajan esta vez de las montañas del mundo para juntarse en torno al apagarse de las luces. Su forja alumbra más allá del hierro. Madrugan. "¿Hay, acaso, maneras más sutiles de morir sin ser visto?" ¿No es irreal la mano que no tiembla? ¿No se confirma entonces el desafío poético y político que sigue oculto en su desaparición? Es demasiado preguntar, es cierto. Sólo una cosa aún se esperaría: que se nos sorprendiera desbrozando el camino del bosque, preparándolo para un invierno nuevo. Ni con palabras nos bastaría para olvidarnos de eso. Ni mucho menos con la voz. Con aliento en cambio nos compraría cualquier capataz loco, cualquier mercenario venido a menos: es lo que se te adeuda, el final que todavía te debemos. Aliento, de una parte, como en el alentar, la confianza que mueve despacio, que ayudará a respirar, a pasar juntos la jornada de trabajo para llegar con fuerzas a las horas del baile. De otra parte, sin duda, el aliento, revuelto como un soplo, un capricho tan súbito del aire, tan imprevisto y tan sin duración que de él sólo se acuerdan, libres, los pájaros caídos.
Hay ramas de durazno en la neblina. Aunque resulta extraño, sólo el poeta es invisible como poeta.José Viñals nació en Corralito, Córdoba, Argentina, en 1930. De padres españoles, posee la doble nacionalidad hispano-argentina. Reside en España desde 1979. Vive en Torredonjimeno, Jaén.
Ha recibido los premios Nacional de Poesía de Villafranca del Bierzo (León, 2000) e Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma (Segovia, 2000).
Ha publicado las siguientes obras de poesía:
Entrevista con el Pájaro (Losada, Buenos Aires, 1968); Cortada para Dios (Losada, Buenos Aires, 1970); Poesías reunidas (Tres tomos. Contiene en versión íntegra, los poemarios Entrevista con el Pájaro, Coartada para Dios, Jaula para Juan, 72 Lecciones de ignorancia, Telón de boca, Doble concierto de laúd y fémur, Alcoholes y otras substancias; (Ayuntamiento de Jaén, 1986); Animales, amores, parajes y blasfemias (7 i mig, Valencia, 1998); El cielo (Ediciones imperdonables, Málaga, 1999); Milagro a milagro (Hiperión, Madrid 2000); Fondo de ojo (Calle del Agua, León, 2000); Transmutaciones (Visor, Madrid, 2000); Animales, amores, parajes y blasfemias seguido de El cielo (Germanía, Valencia, 2000)
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